Los niños y las mentiras

Susana UrbanoA los niños pequeños les gusta hacer cuentos e inventar historias.

Esta es una actividad normal porque ellos se divierten oyendo e inventando cuentos y muchas veces confunden la realidad con la fantasía. Un niño mayor o un adolescente puede decir mentiras interesadas (por ejemplo, para no tener que hacer algo o negando responsabilidad por sus acciones). Los padres deben  reaccionar ante este tipo de mentiras ocasionales hablando con el niño y explicándole cuán importantes son la verdad, la honradez y la confianza.

¿Cuándo el mentir puede indicar problemas emocionales?

– Algunos niños, aun sabiendo la diferencia entre la verdad y la mentira, elaboran historias que parecen verdaderas. Estos niños suelen relatar este tipo de historias con gran entusiasmo, ya que reciben mucha atención mientras cuentan la mentira.

– Otros niños y adolescentes caen en el patrón de mentir repetidamente. Creen que el decir mentiras es la mejor manera de satisfacer las demandas de sus padres, maestros y amigos. Estos niños usualmente no están tratando de ser malos o maliciosos, pero el mentir repetidamente se convierte en un mal hábito.

– Hay otros niños y adolescentes que frecuentemente mienten, para ocultar otros problemas serios; por ejemplo, un adolescente con un problema  de drogas o alcohol, mentirá constantemente para ocultar dónde, con quién andaba, que estuvo haciendo o  en que gastó su dinero.

Qué se debe de hacer si el niño o el adolescente miente

Los padres son el molde de mayor importancia para los niños o el adolescente. Si ellos mienten, los padres deben tomarse el tiempo para hablar seriamente con él acerca de:

– La  diferencia entre la fantasía y la realidad, la mentira y la verdad.

– La  importancia  de la honestidad en el hogar y en la comunidad.

– Las alternativas a  mentir.

Si el niño o el adolescente desarrolla un patrón serio repetitivo de mentir, entonces se necesita ayuda profesional.

Orientaciones:

1. Crear un clima que favorezca la verdad.

2. Analizar las causas de las mentiras.

3. Liberarse de actitudes neuróticas.

4. Reprobar la mentira.

5. No reírle las mentiras.

6. Evitar la complicidad.

7. Evitar la represión brutal.

8. Responsabilidad.

 

En conclusión, la mentira pone de manifiesto un fallo de la personalidad, una pendiente hacia el aislamiento y la desconfianza. Por tanto, luchar contra ella no es más que un alarde de buena voluntad, pero que está condenado al fracaso. Es necesario educar para la franqueza y la confianza mutua, que es lo único que garantiza el equilibrio y la felicidad.

Susana Urbano. Psicóloga y Grafopsicóloga.

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